
Esto le sucedió a un perro callejero llamado Yodo, quien en algún momento casi se dio por vencido, pero, como una luz al final del túnel, personas de buen corazón aparecieron en su vida para ayudarlo a superar sus dificultades. La historia de Yodo es complicada, pero afortunadamente al menos tiene un final feliz.
Yodo contó con la ayuda del Instituto Karemelo, una organización dedicada al rescate de animales, su recuperación y, en última instancia, su adopción. Cuando encontraron a Yodo en la calle, estaba tan indefenso que apenas podía moverse. La infección ocular le impidió ver completamente y lo volvió muy inquieto y vulnerable.

Yodo fue encontrado completamente agotado, completamente debilitado y habiendo perdido la fe en un futuro brillante. Estaba muy incómodo, pero cuando los rescatistas se le acercaron, encontró fuerzas para mover la cola a modo de saludo. En el estado en el que se encontraba, muy delgado, cubierto de sarna, con los ojos cerrados por otra infección, pudo mantenerse en pie con todas sus fuerzas, como un verdadero guerrero que no estaba dispuesto a rendirse.
Baños terapéuticos, ecocardiogramas, ultrasonidos, exámenes y analgésicos pasaron a formar parte de su vida diaria y le ocasionaron muchos inconvenientes. A pesar de todas las dificultades con su salud, Yodo soportó firmemente todas las manipulaciones y nunca se permitió debilitarse o desanimarse. Necesitaba no sólo tratamiento, sino también el amor de las personas que lo rodeaban.

Este amable perro logró conquistar el corazón de los empleados desde el primer día que lo trajeron y desde entonces lo han rodeado de mimos y atenciones, ayudándolo a recuperar su salud. Mientras Yodo estaba en el hospital recibiendo tratamiento médico, su historia llamó la atención de una persona de buen corazón que le tomó cariño al bebé y decidió pagar por su cuidado.
Después de casi tres meses de tratamiento y rehabilitación, Yodo finalmente fue dado de alta del hospital y fue adoptado oficialmente por Mauro y su querida familia. El mismo hombre que pagó su tratamiento acabó adoptando a Yodo tras su recuperación. Yodo ahora vive con Mauro, su esposa Ana, su hija de nueve años y otros dos perros. Esta es una familia experimentada que ha tenido perros toda su vida, por lo que saben exactamente cómo cuidarlos.
