
Cuando los criadores desalmados abandonan a sus mascotas, las envían a una vida de penurias y búsqueda desesperada de basura. Sin embargo, algunos caen aún más bajo, como se vio en un incidente reciente cuando los voluntarios respondieron a una llamada de socorro sobre un perro encadenado.
Magma, como lo llamaban, soportó días bajo el sol abrasador, muerto de hambre y sin refugio. Demacrado y deshidratado, su estado era calamitoso. No mostraba ningún interés por la comida, sus ojos carecían de vida y reflejaban profundas cicatrices psicológicas. Llevado de urgencia a una clínica veterinaria, las radiografías de Magma revelaron una lesión grave en la pata agravada por una desnutrición grave.

A pesar de la resistencia inicial a los cuidados, la voluntad de Magma de sobrevivir surgió durante sus días de suero. Al negarse a comer, finalmente lo alimentaron a través de una jeringa, y cada comida era una lucha contra su desconfianza. Poco a poco empezó a comer de forma independiente y su salud física mejoró. Sin embargo, las heridas emocionales persistieron; Magma se mantuvo distante, rechazando el contacto humano y la compañía canina.

Pasaron meses antes de que se lograra un gran avance: Magma meneaba la cola hacia los voluntarios, una señal de que se estaba derritiendo la desconfianza. Poco a poco empezó a disfrutar de los juegos con otros perros y aceptó el cariño. Su transformación de un alma traumatizada a un compañero alegre marcó un nuevo capítulo. Con amor y paciencia ilimitados, Magma encontró su hogar para siempre, dejando atrás su doloroso pasado. Ahora disfruta cada día, agradecido por la bondad que cambió su vida para siempre.
